Sobre la historia que relataré, la verdad es que la he escuchado más de una vez, con personajes y escenarios distintos en cada ocasión. Siempre ocurre en algún paraje, donde solo existe una desolada carretera. En medio de tan inusual lugar para transitar y solicitar un servicio de taxi, aparece un pasajero y sube en la parte derecha del asiento trasero.
Con cierto escalofrío recorriéndole la piel, el taxista recibe la indicación respectiva del destino del pasajero –pasajera en algunas versiones- y se pone en marcha de inmediato.
Algo sobresaltado por alguna razón cuyo origen no sabe explicar, el conductor se torna hacia su pasajero para iniciar algún tipo de conversación. Ya deben imaginar lo que sigue: que el asiento está vacío, que el auto viaja a mucha velocidad como para no hacerse daño al saltar del mismo y que tampoco sonó ninguna puerta abriéndose y cerrándose, y además las ventanas están completamente cerradas.
En ese instante el aterrado chofer pega un grito de espanto y acelera sin pensarlo dos veces, prometiéndose nunca más volver a pasar por aquel terrorífico lugar e ir a misa todos los domingos. Minutos o días después, esta casi víctima de infarto vuelve aterrarse cuando algún lugareño le relata que no es el primero quien vive esta experiencia de ultratumba y además le revela la identidad del espectral pasajero, falleció hace ya varios años.
Siendo bastante joven aún cuando escuché por primera vez la historia, al igual que al protagonista, se me salía el corazón de miedo. La noche de aquel tenebroso día, el sueño se convirtió en escalofriante insomnio, sin que mi imaginación pudiera dejar de evocar imágenes fantasmales.Posteriormente, no solo la madurez de los años, sino la frecuencia con que escuchaba la misma historia me hizo cuestionarme su veracidad. Aunque muchos de los que me la relataron me han jurado que realmente sucedió. Imagino que muchos de ustedes también deben haber escuchado el mismo relato, con detalles más o detalles menos. Al parecer este relato forma parte de nuestras historias populares de terror, compartiendo el escenario con “la llorona” o el mismísimo Tunche.
Tal vez haya historias menos difundidas sobre fantasmas con el hobbie de auyentar desprevenidos choferes. ¿Tienen algún relato de miedo sobre ruedas? Podrían compartirla este post, curiosamente fechado martes 13. No te cases ni te embarques, ni de tu taxi te apartes.
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